domingo, 30 de enero de 2011

Prólogo (del texto original de la obra)

Ella llega, elije, toma el desierto… Ese desierto, hoy, es la habitación de un hotel. El desierto, en ella, crece. Ella crece – e involuciona a la vez. ¿Podrá soltar todo? ¿Mutar por lo frágil, por lo sinuoso, por lo abismal?
Ella, una potencia de lo frágil: “Y no nací para convertirme en esqueleto” (La virgen loca, Arthur Rimbaud).
Camino al casamiento, algo se quiebra; su vida, una “idea” que no era tan grande e importante como parecía, aunque sí pesada, grave y sobre todo, claro, segura.
Una micropolítica revolucionaria irá quebrando-le todo los segmentos conocidos y ya organizados. Enfrentándo y fugándose del poder, dentro y fuera de sí misma. El amor, el futuro, la pasión, ¿se podrían ver desde un nuevo lugar?
La sobrepresencia de la comunicación en Una Novia… Una que decide ya no comunicar nada. Llevará consigo todas las herramientas del pasado, a ver si estallan de una vez; a ver si su voz, su cuerpo y su corazón las alumbran y ciegan de infinidad y goce.
La habitación del hotel contendrá, ya, fuerzas de ella, que irá a descubrir en este devenir: un desierto, unos acantilados, unas arenas movedizas, reptiles, cactus y piedras. Una cierta diagonalización. Sombras, oscuridades e iridiscencias de luz.
El teléfono del hotel y el celular que lleva encima, con sus ringtones que suenan la música de su pasado. Una Suite Africana comenzará a sonar hoy, en algún momento, y entonces, otro horizonte, otro camino, otro deseo, podrá verse y sentirse.
Nota: Suite: Término musical proveniente del período barroco,  que se le daba a una  obra pensada más que nada para danzar y que solía estar dividida como mínimo en diez movimientos. J.S. Bach fue uno de sus máximos exponentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario